



Sala 3
El compromiso en la distancia
El mecenazgo de los emigrantes








Los efectos de la emigración fueron visibles. Numerosos pueblos de provincias como León, Zamora, Salamanca, Burgos o Soria quedaron casi vacíos por haber emigrado buena parte de sus habitantes, y en otros la población quedó temporalmente diezmada, al menos en sus contingentes más jóvenes.
Sin embargo, los emigrantes tuvieron siempre a su patria en sus mentes y corazones y fueron generosos con los suyos. Así lo demostraron, bien de forma individual o corporativa -a través de los diferentes centros y asociaciones-, enviando de forma constante, o mediante legados testamentarios, remesas de dinero (en ocasiones cantidades muy significativas), encaminadas a mejorar las condiciones de vida de sus localidades y provincias de origen, así como paliar los efectos de grandes catástrofes.
Estas remesas se destinaron a diferentes cuestiones. Un capitulo fundamental lo constituyen las obras de infraestructura básica. En este grupo destaca un variado catálogo de actuaciones entre las que destacan las obras de abastecimiento de aguas, obras de urbanismo y pavimentación de calles, caminos, puentes, acometidas de luz y teléfono, casas consistoriales y cementerios. También se desarrollaron otras infraestructuras como cementerios, asilos, mercados, casinos, torres del reloj, frontones o boleras. A esto debemos sumar las ayudas para la construcción -y especialmente reparación, de iglesias, ermitas, imágenes, ajuares litúrgicos etc.
Especial mención merece la promoción educativa siendo numerosas las actuaciones en este sentido, desde la construcción y dotación de edificios escolares, a reparaciones o ampliaciones, dotación de material, sobresueldos a los maestros, becas y premios para los alumnos etc.
De igual manera los emigrantes demostraron una especial sensibilidad con ocasión de las calamidades de distinto tipo que afectaron a pueblos e incluso a otras localidades del país.
Los benefactores colectivos: suscripciones y asociaciones
Muchas de las ayudas recibidas en los pueblos no fueron iniciativas individuales sino colectivas canalizadas a través de suscripciones públicas que aunaban la voluntad de muchos por ayudar a sus paisanos. Sin embargo, el peso de estas ayudas lo llevarán las asociaciones conformadas por los emigrantes en los países y regiones de destino.
Todas las sociedades, regionales y provinciales ayudaron de una u otra manera, pero serán las llamadas asociaciones microterritoriales, que agrupaban -y aún hoy agrupan-, a los naturales -y descendientes-, de una misma localidad, municipio o concejo, e incluso comarca, las que desarrollaron un mayor número de acciones para el fomento de las localidades de las que procedían sus asociados. Este fenómeno se dio fundamentalmente en Argentina, dándose casos también en Cuba y en menor medida en México y Chile. Destacan muy por encima del resto, las formadas por los emigrantes sorianos (fundamentalmente en Argentina), y leoneses, con cerca de veinte casos cada una, alcanzando más de 50 sociedades para la totalidad de las provincias de Castilla y León.
Aunque la mayoría de los socios estará en los países –o regiones-, de destino, tendrán algunos socios también en cada una de las localidades, en las que además se encontraban uno o varios delegados encargados de servir de enlace entre ellas y las instituciones locales.



La promoción escolar

Entre los contingentes de emigrantes hubo una constante preocupación por la acción educativa ligada, en algunos casos, a cierto espíritu regeneracionista. Por un lado, se pensaba que una educación de calidad supondría un freno para la sangría migratoria que estaba expulsando del país a la mejor mano de obra. Por otro aquellos que pensaban que ya que la emigración, era en aquellos momentos, una circunstancia casi inevitable que al menos, los que tuvieran que emigrar, lo hicieran en las mejores condiciones formativas.


La promoción escolar entre los emigrantes no se reducirá a la construcción de escuelas, sino que irá mucho más allá preocupándose por que éstas tuvieran una buena dotación de material pedagógico, rentas para el mantenimiento y reparaciones, sobresueldos que hicieran atractivo el destino para los posibles maestros, casas para estos, becas y premios a los mejores alumnos etc.


Entre la treintena de promociones, por su importancia, entidad y trascendencia tenemos que destacar la escuela de Soto de Sajambre, en León, construida y dotada en 1906, por el emigrante Felix de Martino, emigrado en México; los colegios Colegio de Ntra. Sra. Del Carmen de El Royo y de los Sagrados Corazones de Derroñadas, en Soria, promovidos, en 1903 y 1922, por los hermanos García, hijos del pueblo residentes en Argentina o las escuelas de la “Fundación Fernández” de Quintanilla del Rebollar, Burgos, fundadas por la testamentaría de por Domingo Fernández Peña, emigrante a Cuba.

Hospitales, asilos y obras asistenciales
Al igual que habían hecho sus precedesores, protagonistas de la carrera de indias, los emigrantes se mostraron especialmente sensibles con las obras asistenciales, que tuvieron una trascendencia importante en aquellos lugares donde se desarrollaron.
En este sentido destaca la construcción, a principios del siglo XX, del Asilo de ancianos “San Dionisio” en la localidad burgalesa de Pradoluengo, por parte de la Fundación Zaldo, instituida por la importante saga de los Zaldo, encabezados por Dionisio (del que toma el nombre la institución), hijos del pueblo emigrados a México. También se promovieron instituciones de tipo asistencial y caritativo en Vinuesa, Soria, con la ayudas aportadas por la Sociedad de Socorros Mutuos “La Visontina” de Veracruz, y en Medina de Pomar, Burgos, gracias a las mandas testamentarias de Vicente Pereda, emigrante en Argentina.
Las comunidades de emigrantes fueron especialmente sensibles con las calamidades públicas acaecidas en los pueblos. Destacan las aportaciones por fallecimiento de soldados durante la guerra de África, o la guerra civil, y otras catástrofes como los incendios que asolaron Covaleda, en 1923, Maraña en 1924 o la rotura de la presa de Vega de Tera en Ribadelago (Zamora) en 1959.


Cementerios y panteones
La preocupación por la higiene funeraria, muy presente a principios del siglo XX, y los intentos de privar a la iglesia del control sobre la muerte, provocará que la construcción de cementerios (en muchos casos civiles) sea una de las inquietudes más importantes de muchas sociedades. En algunos casos la pretendida titularidad municipal que se pretende, así como su carácter civil, alejado de la gestión parroquial y diocesana, provocará algunos conflictos entre los vecinos, como sucede en Oteruelos, a raíz de la construcción del cementerio costeado, en 1932, por su sociedad filantrópica, o en el el minúsculo –y apenas utilizado-, cementerio civil de Salientes, en León. Además de estos se construyeron cementerios en Salduero, Covaleda y Cidones, en Soria, o en Tremaya, en Palencia. En ocasiones lo que se realizaron fueron osarios para la reducción de restos, caso de la localidad Salmantina de Villarino de los Aires, gracias a su club en La Habana, o en La Muedra, en Soria, para evitar que el embalse de la Cuerda del Pozo, que en los años 30 inundaría el pueblo, anegara también los restos de su viejo cementerio.



Instalaciones recreativas
No se olvidarían los emigrantes de los ratos de asueto de sus paisanos, que minimizaban de alguna manera, la dureza de la vida en los pueblos de los que habían salido años atrás. Así se preocuparán por la promoción de diferentes instalaciones recreativas entre las que destacan tres tipologías, tipologías, los casinos o centros de reunión vecinal, los frontones, muy numerosos en la provincia de Soria, y las boleras, en las de León y Burgos.
Documentamos la construcción de casinos en las localidades leonesas de Canseco, Cármenes, cuyos emigrantes crearon una Sociedad llamada precisamente “Sociedad Casino”, para hacerse cargo de la promoción, cuya inauguración no pudieron disfrutar por el estallido de la Guerra Civil, y Cofiñal, fruto de la sociedad que los hijos del pueblo habían constituido en La Habana.
Hemos documentado boleras en Canseco, León, bautizada con el habanero nombre de “Bolera del Malecón”, y las de las localidades burgalesas de Virtus, y Entrambosríos de Sotoscueva, ambas cubiertas. La de Entrambosríos se encuentra entre las donaciones más tempranas, habiendo sido promovida por Pedro Martínez, un vecino emigrante a América, en 1878.
El capítulo más numeroso lo constituyen los frontones, que encontramos en Pineda de la Sierra en Burgos, y los de las localidades sorianas de El Royo, Salduero, Vinuesa, Molinos de Duero, el Barrio de las Casas de Soria, y Oteruelos, todos obra de sus respectivas “Sociedades Filantrópicas”, destacando este último por ser el único cubierto de toda la provincia.
Además, se han documentado algunos monumentos y estatuas como la Estatua del maestro Pedro García en Tolibia de Abajo, en León, dedicada por sus alumnos emigrados en América en 1916 y la conocida popularmente como “La Carrasca”, monumento homenaje al dramaturgo berciano Enrique Gil y Carrasco en la localidad leonesa de Ponferrada, promovido y costeado en 1926 por el Centro Berciano de Buenos Aires.



Patrimonio eclesiástico





La promoción religiosa será uno de los aspectos que mejor conecte el espíritu de estos emprendedores con aquellos que los precedieron en la “Carrera de Indias”. La contribución se hará a diversos niveles, desde la construcción de iglesias de nueva planta, proceso especialmente notable en la provincia de León, a las ayudas para la restauración de templos, la adquisición de imágenes (en ocasiones de devociones americanas, como las vírgenes de Guadalupe, de Luján o de la Caridad del Cobre, de México, Argentina o Cuba respectivamente), renovación de altares, la fundición de campanas o la compra de ajuares litúrgicos.
Entre ellas destacan las iglesias de las localidades leonesas de Sena de Luna, Rodiezno, Crémenes o Vegaquemada, y de manera especial el complejo del Santuario de la Virgen del Camino, patrona de León, obra de Pablo Díez Fernández, notable leonés emigrado a México.
Embellecimiento y ornato público
Cuando otras necesidades estaban cubiertas se planteaban iniciativas encaminadas al embellecimiento y el ornato de los pueblos. Capítulo especial en este apartado merecen las torres del reloj, que aúnan la belleza y una funcionalidad muy ligada a la idea de progreso y desarrollo. Son varias las que nos encontramos a lo largo de los pueblos de Castilla y León destacando el llamado “Reloj de Peñauva”, de las localidades leonesas de Santiagomillas, construida en 1930 gracias a la promoción de Blas Celada, emigrante en Argentina, y de Los Espejos de la Reina, promovida dos décadas después por los hijos del pueblo emigrados a México, así como la de Virtus, en Burgos, donada en 1954 por Feliciano Peña San Miguel a su pueblo natal.



Pavimentaciones, caminos y puentes
La mejora de las infraestructuras constituye una de acciones más frecuentes, ya que las carencias que las localidades presentaban en este sentido eran muy notables. En un momento en el que la mayoría de los viarios de los pueblos era de barro, la pavimentación de las calles era un avance muy significativo que cambió por completo la fisonomía de los mismos, caso de las localidades pedáneas de El Royo y Derroñadas, en la provincia de Soria, cuya fisonomía actual debe mucho a los desvelos de su Sociedad Filantrópica en Buenos Aires.
En este sentido tenemos que destacar la obra, casi épica, de la carretera que une la localidad leonesa de Soto de Sajambre con su cabecera municipal, Oseja, realizadas con la financiación de Felix de Martino, hijo de Soto emigrado a México, o los puentes de Maripablo de Vinuesa, o el puente de Salduero, ambos en Soria, construidos con la ayuda de los hijos del pueblo emigrados en América




“Traidas” de agua, fuentes y lavaderos

Dentro de las obras de infraestructura las acometidas de aguas, llamadas “traídas” en la época, constituyeron unas de las más significativas. Dejar de depender de pozos, en ocasiones alejados, y poder abastecerse en los núcleos urbanos era una notable mejora en la calidad de vida de los vecinos. La canalización de surgentes y manantiales se complementaba con otras instalaciones auxiliares como fuentes, abrevaderos y lavaderos.


Cármenes, en León, o El Rollo y Derroñadas, en Soria, son algunos de los pueblos que se beneficiaron de un abastecimiento financiado por los emigrantes, pero entre todos ellos, destaca la faraónica obra de abastecimiento de la localidad zamorana de Fermoselle, costeada en los años 50 con la ayuda de todos los vecinos, además de los hijos del pueblo dispersos por el mundo, destacando muy notablemente las comisiones de Lisboa, Buenos Aires, La Habana, Guantánamo o Santiago de Cuba.


Uno de los lavaderos más antiguos costeados con ayuda de los emigrantes es el lavadero de lana de Vinuesa promovido, en 1875, por la Sociedad de Socorros Mutuos “La Visontina”, de Veracruz, en el que reza la inscripción “A sus paisanos los hijos de Vinuesa residentes en Veracruz, año de 1872”.

Luz y teléfono





Algunas de las promociones llevadas a cabo por los emigrantes en sus pueblos estaban muy relacionadas con una idea de progreso y desarrollo derivada de sus nuevas experiencias vitales. En este sentido tratarán de hacer llegar a sus pueblos algunos avances de los que disfrutaban en sus nuevas patrias como serán la luz y el teléfono, también, por qué no, para disfrutar de ellos en sus vacaciones y periodos de asueto en España.
Algunos de estos emigrantes enriquecidos invertirán en acometidas de luz con pretensiones comerciales, pero no será extraño encontrarnos con infraestructuras costeadas por ellos y donadas a los pueblos para su servicio. Generalmente se trataba de instalaciones muy básicas, realizadas a partir de la conexión de una turbina a un molino ya existente y que solía repartir una bombilla por vivienda y algunas farolas en las calles principales. Documentamos los casos de Soto de Sajambre, Canseco y Rodiezno en León, así como los de Oteruelos, y las localidades pedáneas de El Royo y Derroñadas, en Soria.
Las instalaciones de teléfono serán menos frecuentes, y llegaron cuando otras necesidades más básicas ya habían sido cubiertas. Hemos documentado las acometidas de Cármenes, en León y Sejas de Aliste en Zamora.