Sala 10
La memoria vivida y narrada
La recuperación de la memoria de la emigración
La historia de la emigración española en la época contemporánea ha pasado de ser un tema de investigación secundario, a ocupar un lugar destacado en el plano nacional e internacional. En el año 1990 el Centro Asociado de la UNED en Zamora iniciaba un ambicioso proyecto de investigación aplicada en el ámbito de las Ciencias Sociales y las Humanidades, centrado en la recopilación, tratamiento e investigación de documentación oral, escrita y audiovisual sobre la emigración castellana y leonesa contemporánea. Tiempo después, en 2011 se constituyó el Centro de Estudios de la Emigración Castellana y Leonesa con sede en Zamora.
Desde entonces se han puesto en marcha numerosas campañas de recopilación y catalogación de fuentes en los diferentes archivos tanto de España como de los principales países de destino, así como en las diferentes asociaciones y colectividades de emigrantes en América. Estas investigaciones se han hecho públicas en diferentes congresos, cursos, jornadas y conferencias que se han organizado desde el centro, destacando el Congreso Internacional El asociacionismo de la emigración española en el exterior: significación y vinculaciones, celebrado en 2012. También son de destacar las iniciativas de divulgación como documentales, exposiciones -como Memorias de un sueño, exhibida en México D.F., Buenos Aires y distintas ciudades de Castilla y León- y numerosas conferencias y encuentros, entre los que cabe destacar el Encuentro Internacional de las Comunidades Castellanas y Leonesas en el Exterior.
Otro de focos del Centro ha sido la “memoria” de la emigración a través de los relatos de sus protagonistas. En este sentido destacan los Premios Memoria de la Emigración, que ya alcanzan diez ediciones, convocados en colaboración con el Archivo de la Escritura Popular del Bajo Duero y con la Red de Archivos e Investigadores de la Escritura Popular, y de la mano de distintas instituciones públicas como el Ayuntamiento y la Diputación de Zamora, la Junta de Castilla y León, o el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones del Gobierno de España.
Los frutos de nuestro trabajo se Se han coordinado diversas exposiciones divulgativas, se han publicado una treintena de libros y se ha colaborado en la realización de varios documentales. Este trabajo ha contado con el apoyo de instituciones como la Diputación Provincial de Zamora y especialmente la Junta de Castilla y León, con la que hemos colaborado en diferentes encuentros con las Comunidades Castellanas y Leonesas en el Exterior, así como con las asociaciones de emigrantes que son las que dan sentido a nuestro trabajo.
Una memoria personal, familiar y colectiva
La memoria colectiva es un acto de comunicación social. Es una de las formas a través de la cual un grupo se autoidentifica y es reconocido. Pero también es un conjunto de prácticas que sostienen un imaginario, el recuerdo y la vinculación con un origen, un sentimiento de pertenencia.
Como acto de comunicación social, la memoria colectiva se aprende. En el seno de la familia, escuchando los relatos del familiar que emigró, mirando las fotografías del álbum, recordando a quien ya no está. Además, este recuerdo se difunde en otros ámbitos, como el asociativo, donde se comparten emblemas, bailes, acento o recetas que diferencian al grupo de su entorno.
Aunque sea una memoria plural, se alimenta de historias y recuerdos íntimos conservados como pequeños tesoros por las familias que no olvidan que, tiempo atrás, uno de ellos tuvo que salir de su casa buscando un sueño al que aspiraban tantos.
Los soportes de la memoria
La memoria colectiva se transmite a través de distintos medios y soportes, e incluso puede adquirir dimensiones materiales. La oralidad es el mecanismo fundamental, a través de relatos familiares, de intercambio de anécdotas, de entrevistas. También el soporte escrito, a través de cartas, autobiografías o relatos de vida como los recogidos a través de los Premios Memoria de la Emigración. Es común también que esta memoria se conserve en algún tipo de soporte audiovisual ya que la fotografía y el cine, tecnologías de la contemporaneidad, ha acompañado al migrante a lo largo del siglo XX. Hoy, la memoria colectiva, también encuentra una vía en las nuevas tecnologías de la información, facilitando la comunicación entre las personas y, también, el acto de compartir recuerdos y experiencias pasadas y presentes.
Es también habitual que esta memoria adquiera una dimensión material y espacial en las sedes de las asociaciones, con espacios dedicados a los fundadores y primeros socios, a las actividades compartidas, incluyendo la conservación de un importantísimo patrimonio documental en el archivo de la sociedad. En no pocas ocasiones, esto se desborda hacia los espacios funerarios, con panteones primorosamente cuidados hasta el presente. Esto último es particularmente importante en el caso americano, manteniéndose como una de las funciones principales de las asociaciones fundadas, en muchos casos, hace más de 100 años. Esos difuntos, los acogidos en el panteón asociativo, son así homenajeados no solo por sus familias, sino por el conjunto de la colectividad.
La institucionalización de la memoria de la emigración
Como consecuencia del reconocimiento de las comunidades castellanas y leonesas en el exterior, recogido en la legislación regional desde 1986, pero sobre todo gracias a las acciones de diversas instituciones públicas y al interés académico por los procesos migratorios de nuestra región, dichas comunidades cuentan hoy con una visibilización creciente, y con un papel destacado en la vida social de la comunidad en tanto que población ausente, pero vinculada.
Junto a la preservación de su patrimonio documental y de su historia –lo que permite, entre otras cosas, que este museo sea realidad-, desde hace décadas se ha trabajado con las comunidades en la preservación de esa forma particular de mirar al pasado que es la memoria colectiva. Los programas Añoranza y Raíces son un buen ejemplo, pero también la dinamización dentro de las sociedades para recuperar los testimonios orales y escritos de sus asociados más veteranos, o todas las exposiciones, publicaciones divulgativas y proyectos audiovisuales que se han venido realizando en las dos últimas décadas.
Esa fotografía o ese documento de la madre o del abuelo migrante ha dejado de ser solo un tesoro familiar para revalorizarse como parte de un mosaico que representa a todos los que emigraron, a sus descendientes y al conjunto de los ciudadanos de Castilla y León. Este museo es su último ejemplo.
Los Premios Memoria de la Emigración
En el periodo de entreguerras, los sociólogos polacos comenzaron a recoger testimonios de sus conciudadanos, generalmente en forma de relatos de vida, utilizando como dispositivo principal los premios literarios. Fruto de esa preocupación, aparte de miles de documentos recopilados, vio la luz una de las principales obras científicas sobre las migraciones internacionales, El campesino polaco en América, de Florian Znaniecki y William Thomas. En estos trabajos científicos se sustentó la primera convocatoria de los Premios Memoria de la Emigración, en este caso zamorana, en 2005, con tal éxito que tuvieron que publicarse tres volúmenes con los relatos de vida recibidos.
Desde entonces, se han publicado 6 convocatorias de este mismo premio, de ámbito regional, y otra más provincial para Zamora. El éxito e interés suscitado por esta manera de recuperar la memoria colectiva de los castellanos y leoneses en el exterior, llamó la atención del Gobierno de España que, junto con instituciones castellanas y leonesas y la UNED, han convocado ya dos premios similares de ámbito estatal. En paralelo, se han hecho estudios de referencia sobre este tipo de materiales y otros como epistolarios, colecciones fotográficas, etc.
La colección de relatos reunida hasta la fecha, con más de 500 testimonios, es la más importante en su género en Europa. Sin embargo, más allá de lo académico, su valor reside en dar la oportunidad de expresarse a todos aquellos que migraron o a sus descendientes más inmediatos. Relatos de enorme valor testimonial pero también documental, gracias a las copias de las fotografías y documentos que los acompañan.
Relatos expresivos, en primera o segunda persona, emocionantes, dolidos, orgullosos y esperanzados. Reflejo del dolor del desarraigo pero también de la fuerza que conecta a nuestros paisanos que no viven entre nosotros con su tierra, sus raíces, sus costumbres y sus familias.